MI COMPAÑÍA.

Les dije: "Os puedo preparar cualquier cosa, cualquier cosa está muy bueno". Nada me contestaron; de todas formas, nada me iban a decir. Saqué de la nevera doce zanahorias, tres puerros, cuatro huevos, tres cebollas, varios brotes de coliflor y una fiambrera de cerámica con hígado encebollado. Sobre su superficie, una leve capa blanquecina delataba que había permanecido allí varias semanas. También encontré, dentro de una bolsa de tela bordada, varios mendrugos de pan. Les dije mientras me esperaban: "Podéis tumbaros un poco y tomar el fresco". Creo que entendieron la orden por el gesto brusco de mi cabeza. Las casas de campo del extrarradio tienen esas comodidades añadidas: están al ras del suelo y se puede salir por el alféizar de las ventanas. Salieron gruñendo. No esperaba menos de los dos. Él, con pequeños arrumacos de mal humor; Ella, olisqueando las esquinas, como era su costumbre. La comida para tres es muy fácil. Puse agua a cocer sobre el fuego de la coc...